No echo de menos tus manos, echo de menos tus caricias, y la manera que con tan solo un roce me hacían sentir lo que nunca antes había sentido (y hoy tanto extraño sentir).
No echo de menos tus ojos, solo tus miradas y el sentido que yo les daba.
No echo de menos tu rostro, simplemente extraño ese color rosado que tomaban tus mejillas de vez en cuando.
No extraño tu voz, simplemente echo de menos la manera de hacerme reír con cada tontería que salía de tu boca.
No echo de menos cuando éramos nosotros, porque nunca lo fuimos. Y tampoco lo seremos.
Sí, quizás siempre serás mi debilidad, pero no me quieres, yo tampoco, entonces, ¿qué pasará?
¿Toda esta historia se quedará en los cimientos? ¿O es que solo fue un simple solar en el que yo veía pequeños oasis?
Quizá siempre serás aquello nunca podré alcanzar. Y eso duele. Pero es pasado. El pasado hay que dejarlo atrás (eso dicen).
Todo sigue siendo lo mismo, pero ya nada es igual. Tampoco lo será. Jamás.
Quizás te esté empezando a necesitar de nuevo.
Quizás te esté comenzando a querer otra vez.
Quizás esté volviendo a caer...
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